viernes, 3 de agosto de 2012

Nuestros alumnos. Vuestros hijos. Nuestro futuro

80000 alumnos más y 4500 profesores menos.

En un momento en el que las cifras condicionan nuestro día a día resulta sorprendente que los responsables de la Educación en nuestro país no sean conscientes del abismo al que nos lleva esta gravísima desproporción.

Quizá es que esos mismos responsables están muy ocupados en fórmulas de ahorro tan útiles como eliminar el tratamiento de la homofobia, la xenofobia y el sexismo en la nueva Educación para la Ciudadanía (solo quien no ha pisado jamás un aula pondría en duda la necesidad de trabajar allí cuestiones como esas). O puede que estén exhaustos de tanto meditar, tras tomar medidas tan justas y necesarias como cobrar 3€ al día a los escolares que se lleven su fiambrera al colegio en concepto de "alquiler de comedor".

Como todo lo que está sucediendo en materia educativa es, simplemente, un despropósito, podría pasarnos desapercibido el enorme daño -irreparable, si no lo frenamos- que la nueva ratio supone. Estamos, tal y como figura en los titulares de los medios, ante una disminución del profesorado que no tenía lugar desde hace 20 años. Ahora vendrán los de siempre, claro, los de "pues yo estudié con cuarenta y aquí estoy". Genial. Ese argumento es de los más válidos que conozco, sobre todo porque se puede aplicar a todo aquel que haya sobrevivido a algo: "Pues yo viví el hambre de la posguerra y aquí estoy", "Pues yo viví la guerra y aquí estoy", "Pues yo viví -completen su propia X- y aquí estoy". ¿Pero "sobrevivir" a algo es suficiente? ¿Vamos a salir de la crisis destruyendo lo único que puede salvarnos: la educación?

Y sí, puede que los alumnos "sobrevivan" en esas nuevas aulas atestadas, pero lo que dudo -sinceramente- es que aprendan (esto último, qué curioso, es muy cómodo para quienes prefieren gente sumisa y manipulable a gente formada y crítica). No tendrán problemas los alumnos con especial facilidad de aprendizaje o los que cuenten con medios económicos y familiares en que apoyarse. Pero aquellos otros sin medios o con más dificultades -siento desengañarles: la mayoría no somos genios- estarán condenados al gris de una masa donde serán poco menos que números en esas aulas abarrotadas.

La atención a la diversidad, en ese contexto, es imposible. ¿Cómo individualizar a los alumnos cuando los profesores vamos a vernos sepultados por una cifra inabordable de estudiantes? Así que, nuestro ministro -que está en todo- ya ha previsto la solución: no atenderemos a la diversidad, simplemente, la desviaremos. Que el alumno estorba, que el alumno no brilla, que el alumno no rinde, pues nada, siempre habrá un lugar para él: fuera y bien lejos del sistema.

El darwinismo educativo se impone y las cifras no dejan lugar a dudas de que, en esta generación de niños y adolescentes, solo se quiere que avancen los más fuertes. O los que más dinero tengan. Por eso, porque no podemos dejar que eso suceda, hemos de pelear ahora con más fuerza que nunca. Y no solo los profesores: sobre todo, los padres. Y los que quieran serlo.

¿Se imaginan a sus hijos en esas aulas desbordadas -muchas ya lo están- de estudiantes, de vidas, de conflictos? ¿Ignorados por un sistema que les niega los medios necesarios para su formación? ¿Marginados e invitados a cambiar de itinerario en cuanto se considere -mediante esas objetivas y justísimas reválidas- que "no dan la talla"? Yo no soy padre, pero si lo fuera o quisiera serlo -no es el caso- estaría preparándome para defender el derecho a una educación pública digna y de calidad para mis hijos.

Hace apenas un año, los profesores de la Marea Verde repetíamos hasta la saciedad que nuestra lucha no tenía nada que ver con aquellas famosas "dos horas" de más de las que hablaba Aguirre. Ahora, cuando el problema que vivíamos en comunidades como Valencia y Madrid -preclaros ejemplos de buena gestión- se ha hecho extensivo a todo el país, parece que se empieza a entender de qué hablábamos. Y es que, como ya escribí entonces, no me importa trabajar más -nunca fue ese el problema: muchos profesores de la pública estamos fuertemente comprometidos con nuestro oficio-, pero sí me importa -y mucho- trabajar contracorriente, dándome de bruces con medidas que no persiguen el ahorro, sino la eliminación de uno de los principios fundamentales que fundamenta la escuela pública: la igualdad de oportunidades.

Podemos cruzarnos de brazos y asistir al fin de esa igualdad. O podemos unirnos, sumar voces y luchar por una educación digna para nuestros alumnos. Vuestros hijos. Nuestro futuro.

6 comentarios:

Jesús dijo...

Totalmente de acuerdo. Pero, (te hablo a título personal)es muy complicado que la mayoría de padres y madres -de momento- estén de acuerdo con estos "ajustes" y que, a la vez, te llamen vago por "protestar" por trabajar sólo dos horas más.
En mi centro (zona de la denominada "España profunda") aún sigue ocurriendo esto.
Una pena, la verdad. Principalmente para el alumnado que, si la situación sigue así, su futuro será muy complicado.

Un saludo!

coxis dijo...

El argumento de que antes había clases de más de cuarenta y como si nada lo desmontan los profes que están a punto de jubilarse con un sencillo argumento: las cosas han cambiado (adaptaciones curriculares significativas y no significativas, distintos niveles, alumnos que llegan a mitad de curso de sistemas educativos distintos, problemas de comportamiento de ciertos alumnos por causas que necesitarían muchísimo espacio y tiempo para explicar).
Lo más triste y desolador es que ante situaciones como la de menor número de profesores de primaria y secundaria, el deterioro que va a causar a la atención a la diversidad (menudo melón para abrir, la atención a la diversidad), al fin y al cabo, el ninguneo que está sufriendo nuestra tarea, vocacional a todas luces, pues no veo yo a muchos grupos de padres saliendo a las calles o concentrándose en la puerta de las consejerías de educación... ¿Tenemos lo que nos merecemos?

Aranzazu dijo...

Es un despropósito, una conjura de necios, es todos los descalificativos que he aprendido en mi vida.
Se puede decir mas alto pero no mas claro: Debemos unirnos y luchar para tener una enseñanza digna y de calidad.
Que diga un docente afectado por recortes de sueldo y abocado a ejercer en precarias condiciones que le dejen enseñar, deberia hacer despertar a esos que dicen que protestan por vagos...Si no luchamos los padres por que nuestros hijos tengan la educación que merecen......apaga y vamonos.
No se puede mirar para otro lado ni dar la espalda. Todos queremos que nuestros hijos estudien, para que sigan nuestros pasos o porque nosotros no pudimos, sea cual sea el caso, deseamos para ellos lo mejor y esta reforma con fines claramente gregarios que nos imponen está a añoz luz de ser una buena educación.
Saludos.
Aranzazu @BronteKira
(Una madre muy cabreada)

Anónimo dijo...

Con todos mis respetos, creo que hay que ver el cuadro en su conjunto. La crisis nos está obligando a hacer unos sacrificios para salir adelante que son inevitables y que si no los aplicamos de motu propio nos van a obligar, queramos o no. El recorte es inevitable en todas las áreas, otra cosa es luchar para que sea algo temporal y conseguir que las cosas se normalicen cuando la coyuntura económica mejore. Efectivamente, a mi me toco lo de los 40 en clase, y no digo que sea mejor que la situación actual. Pero si tengo claro que quien quiera estudiar saldrá adelante; quien tenga problemas se le intentará ayudar; y quien no quiera - que la cruda realidad es que hay muchos que NO QUIEREN y renuncian, cuando no desprecian abiertamente su derecho a estudiar, y perjudican de paso a sus compañeros - si que van a tener más complicado lo de que se les regale el título a base de adaptaciones, diversidades, grupos flexibles y la enésima recuperación con objetivos bajo mínimos del contenido. Lamento ir contracorriente y no pretendo ofender a nadie, pero creo que la situción es demasiado compleja para reducirla a una cuestión de número en las aulas. Con menos alumnos, nuestros resultados en vez de mejorar han ido volviéndose cada vez más mediocres. Tal vez esta sea la oportunidad para ver que falla y reformar el sistema de una vez por todas.

MAITE dijo...

Estimado Anonimo ...."No quieren " un buen profesor sabe que hacer con los alumnos que "no quieren".¿sabe usted que se puede hacer con los docentes que no quieren hacer su trabajo ...y que nunca han tenido vocacion pero cobran lo mismo que los que cumplen y tienen vocacion ?....

AlumnaC dijo...

Los alumnos también luchamos. Hoy, exactamente, me han hecho una pregunta en una red social sobre la escuela pública. Aquí les dejo la pregunta y la respuesta.
Pregunta: Vas a seguir con la lucha de la ep? Una chica que la apoya. Bs
Respuesta: Para mí ya no es solo una lucha. Ya no solo importa conseguir algo, sino, saber que has hecho todo lo posible durante el camino. Saber que si consigues algo podrás decir que tú estuviste ahí. Saber que has conocido a gente que te ha hecho cambiar. Que con el paso del tiempo, tus pensamientos han cambiado. Que los profesores no solo están para enseñarte la materia. Sino, también, para enseñarte a darte cuenta del mundo que nos rodea. Por eso les aprecio tanto. Mi infancia ha sido dura. Y gracias a muchos de ellos, que no personalmente pero sí académicamente me han hecho darme cuenta de que el mundo merece algo mejor. De que cada paso es una meta. Que cada palabra tiene un significado. Que por mucho que digan ''no conseguiréis nada" la lucha es importante. Una profesora fue la que me hizo darme cuenta de todo. Gracias a ella mi lucha es la que es, tan grande. Esto es como una nueva vida. He pasado de jugar a las muñecas, a luchar por mi educación, a luchar por mis derechos, por los que me pertenecen. A darme cuenta de lo que quiere la gente. De lo egoísta que pueden llegar a ser, y sobre todo, a agradecer a la gente, que desde cualquier parte de España, de maneras diferentes han luchado, pero dar las gracias sobre todo a los que no se han rendido. A los que en estas vacaciones han seguido informando, reuniéndose y dando a conocer nuestro lema de lucha. La escuela pública es algo grande, muy grande.